jueves, 3 de abril de 2014

MI ANÁLISIS DE UN FRAGMENTO DE "MAL DE ESCUELA"

FRAGMENTO DEL LIBRO “MAL DE ESCUELA” PARA ANALIZAR, (Cap. 2):
Sin porvenir.
Niños que no llegarán a nada.
Niños desesperantes.
La escuela, después la secundaria, el bachillerato, yo también creía absolutamente en esta existencia sin porvenir.
Yo diría que era incluso lo primero de lo que se convence un mal alumno. —¿Con semejantes notas qué puedes esperar?
—¿Crees que pasarás a primero de secundaria? (A segundo, a tercero, a cuarto, a quinto, a sexto...)
—¿Qué tanto por ciento de posibilidades crees que tienes de pasar el bachillerato? Calcúlalo tú. ¿Qué porcentaje?
O aquella directora de colegio, con un auténtico grito de alegría:
—¿El certificado de estudios, Pennacchioni? ¡No lo obtendrá nunca! ¿Me oye usted? ¡Nunca! Y vibraba.
¡En todo caso no seré como tú, vieja loca! Nunca seré profe, araña envuelta en su propia tela, carcelera atornillada a la mesa de tu despacho hasta el final de sus días. ¡Nunca! ¡Nosotros los alumnos pasamos; vosotros os quedáis! Somos libres y a vosotros os han condenado a cadena perpetua. Nosotros, los malos alumnos, puede que no lleguemos a ninguna parte, pero nos movemos. La tarima no será el lamentable reducto de nuestra vida.
Desprecio por desprecio, me agarro a ese consuelo perverso: nosotros pasamos, los profes se quedan; es una conversación frecuente entre los alumnos del fondo de la clase. Los zoquetes se alimentan de palabras.
Ignoraba yo entonces que, a veces, también los profesores experimentan esa sensación de perpetuidad: repetir indefinidamente las mismas clases ante aulas intercambiables, derrumbarse bajo el fardo cotidiano de los deberes (¡no es posible imaginar un Sísifo feliz con un montón de deberes que corregir!), yo ignoraba que la monotonía es la primera razón que los profesores invocan cuando deciden abandonar el oficio, no podía imaginar que algunos de ellos sufren teniendo que permanecer allí, mientras ven pasar a los alumnos. Ignoraba que también los profesores se preocupan por el futuro: ganar la oposición, terminar la tesis, entrar en la facultad, emprender el vuelo hacia las cimas de las clases preparatorias, optar por la investigación, largarse al extranjero, dedicarse a la creación, cambiar de sector, abandonar de una vez a todos esos amorfos y vindicativos granujientos que producen toneladas de papel... yo ignoraba que cuando los profesores no piensan en su porvenir es porque piensan en el de sus hijos, en los estudios superiores de su prole... Ignoraba que la cabeza de los profesores está saturada de porvenir. Creía que estaban allí solo para impedir el mío.
Prohibido el porvenir.
COMENTARIO:
La crítica de Pennach hacia los profesores/as que han perdido la ilusión y las ganas de enseñar es algo que me resulta familiar. Profesores que utilizan modelos de enseñanza muy anticuados y que  están cansados de trabajar, faltos de motivación.
Cuando digo que están cansados de trabajar, me refiero a que se han rendido, se han dejado llevar. No están actualizados, a mi me gusta decir que están en color sepia, si tienen alumnos con los que tienen que trabajar más porque les cuesta entender los conceptos, pagan con ellos su poca paciencia y estos, son los alumnos como Pennach, que necesitan otro tipo de estímulos para su aprendizaje, o simplemente sentirse integrados en la clase. Esto se traduce en fracaso escolar.
A estos profesores solo les vienen bien los alumnos “golosina” como bien dice Pennach, es decir, alumnos que son los mejores, con los que mejor se puede trabajar, avanzar en la materia y que no dan ningún problema. Pero hay muchos tipos de alumnos y cada uno requiere cierto trato y cierta manera de trabajar, si se le quiere enseñar o educar, claro está. Porque alumnos golosina, hay pocos.

Yo he vivido ciertas situaciones en clase que refuerzan el texto de Pennach y mis propias conclusiones. Por ejemplo, estando en la escuela primaria, había cierto grupo de compañeros que no eran tan hábiles y que necesitaban algo más de tiempo o atención para poder entender las explicaciones del profesor. Como siempre iban un pasito por detrás del resto, el profesor, claramente quería apartarlos del ritmo de la clase porque ellos le hacían ir más lento. Y como era tan veterano y lo tenía todo tan meticulosamente calculado para trabajar siempre los mismo con la clase, a estos los apartaba, literalmente, en una esquina de la clase y les dejaba allí trabajando a su ritmo, sin preocuparse de sí aprendían o no. Siempre decía que no seguían el ritmo pero nunca hacía nada por que lo siguiesen. Yo pensaba: -“Es normal que suspendan, no les guste la escuela y estén desmotivados”.

Por el contrario, también he podido trabajar con profesores a los que les encantaba rescatar a niños del basurero de Djibuti, como dice Pennach. Trabajaban sin descanso, siempre pendientes de los alumnos que iban más retrasados e intentando enseñarles las cosas con distintos métodos para su mejor comprensión. Variando la manera de afrontar el temario cada año, con actividades alternativas y amenas, pero siempre firmes. Pero sobretodo escuchando, entendiendo y dando seguridad al alumno. Estos son los profesores que compensan a los otros, profesores que están en clase por vocación, no por obligación y que con el paso de los años se les va haciendo más nítido el color, no como a los otros, que siguen estando color sepia hasta su jubilación.

Este tipo de profesores (el de matemáticas, historia, francés y filosofía) son los que ayudaron a Pennach, le salvaron del basurero de Djibuti, fueron el punto de inflexión por el cual pasa de ser un zoquete , a ser un estudioso y un apasionado de la lectura que lo ha llevado a lo que es hoy en día.

Por ello, pienso que los profesores y sobretodo su trabajo, son una de las claves para que la educación exista, para que sea de calidad y para sacar el máximo rendimiento a cualquier tipo de alumno.




2 comentarios:

  1. Excelente Manu. Completamente de acuerdo. Esos profesores "color sepia" que no evolucionan, que no avanzan, anclados en unos métodos que no funcionan; como simples carceleros. ¿Quién es realmente el prisionero? Pennac ya nos da una pista en su libro.

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  2. Gracias To+. Pues como bien dice él, "nosotros pasamos, vosotros os quedáis". Los prisioneros siempre se quedan...

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