El tema 3 nos plantea si el movimiento es educativo o no lo es. Como hemos visto en el tema y en las lecturas de los artículos, hay opiniones diferentes.
En contra de que el movimiento no es educativo podemos encontrar el RECREACIONISMO, idea en la que Savater (1997) se basa para decir que jugar es jugar y solo sirve para jugar. El INTELECTUALISMO, en el que Peters dice que las actividades valiosas o serias en términos educativos han de tener un amplio contenido cognitivo y que han de ser capaces de ilustrar otras áreas de la vida y contribuir considerablemente a su calidad. El UTILITARISMO, donde Arnold dice que los juegos tienen un escaso contenido cognitivo, no hay mucho que aprender para jugar.
Por el contrario, encontramos las ideas que van a favor de que el movimiento sí es educativo, como por ejemplo, La Educación del Físico y La Educación a través de lo Físico.
Este tema ha dado pie a que realizásemos un díptico relacionado con estas dos vertientes y que lo llevásemos a clase para compartir y reflexionar con otros compañeros. Así ha quedado el mío:
¡Espero que os sirva de ayuda!
martes, 15 de abril de 2014
domingo, 6 de abril de 2014
ENSAYO... ¿QUÉ ES EDUCAR?
Con este ensayo sobre el libro de Savater, pongo fin al Tema 2. Espero que os haya ayudado como lo ha hecho conmigo.
¿QUÉ ES EDUCAR?
Para que haya educación deben existir dos elementos, uno que
transmite, otro que recibe, un proceso de ayuda o extracción entre ambos y
sobretodo una intencionalidad. Es una buena definición de el proceso de
educación. Pienso que la educación no debemos confundirla con el aprendizaje,
ya que uno mismo puede aprender cualquier cosa sin pasar por los procesos que
existen en la educación. Sin ir más lejos, a mí nadie me educó para dar patadas
y controlar un balón de fútbol. Solo con observar y practicar lo pude
conseguir, es decir, sin la ayuda de nadie. Este sería un buen ejemplo de lo
que es el aprendizaje. En lo que se refiere a la educación, no hay mejor
ejemplo que la conexión maestro-alumno de mis años de escuela.
A partir de aquí, a los maestros de magisterio, como bien
dice Savater, no se les tiene ninguna consideración, es más, están bastante
devaluados si los comparamos con los docentes de estudios superiores. Pero la
verdad, es que debería ser al revés, o por lo menos debería de considerarse al
maestro de magisterio como la pieza básica en la educación de los escolares. Y
esto lo digo porque ellos son los primeros que empiezan a hacer la chispa para
prender el fuego que es preciso encender, según Montaigne. Los demás son los
encargados de avivarla, pero como he dicho antes, primero hay que encenderla.
Esta reflexión se puede relacionar con lo importante que es para los alumnos la
influencia de sus maestros (buena o mala) de la escuela. De hecho, a parte de
educar, puede que sean el segundo agente socializador más importante en la vida
de una persona que vive en esta sociedad.
Sería pues, un debate interesante poder preguntar a los
docentes, si ellos educan o enseñan, o las dos cosas. Entonces, ¿qué papel
juegan los padres en la educación de sus hijos?. Yo, veo continuamente como las
familias cargan el peso de la educación de sus hijos a las escuelas sin reparar
en que la educación viene de casa. Es decir, las familias tienen que ser las
primeras en educar a sus hijos con valores positivos y luego en la escuela se
refuerzan con prácticas que tienen la intención de enseñar a aprender como muy
bien dice Savater.
Cualquiera no es capaz de enseñar, ni de educar. Savater
propone que cosas nimias y tradicionales que no requieren una preparación
específica pueden ser transmitidas de padres a hijos e incluso pueden ser
aprendidas de tus iguales. Esto es bastante cierto, por ejemplo, mi madre y mis
abuelas me han transmitido ciertas maneras de preparar ciertos alimentos como ya
lo hacían sus madres, sus abuelas, etc. No tienen una preparación académica
pero como son más mayores que yo y lo han experimentado antes, me lo ha podido
transmitir. Ahora bien, ninguna de ellas sería capaz de poder enseñarme nada
relacionado con la fisiología, por ejemplo, como lo hacen los doctores en
medicina que nos imparten la materia. Es algo que evoluciona y que va
demandando la sociedad, especializarse en algo concreto.
La educación frente a la instrucción. Quiero parar en este
punto para reflexionar sobre él. A parte de todo lo que se ya se ha comentado o
se pueda saber con respecto a la educación, pienso que hay que educar de una
manera alternativa a como se ha hecho siempre. Por tradición, nos han educado y
enseñado a hacer las cosas de una manera, que se sabe que da resultado, y no
han puesto demasiado énfasis a buscar los porqués ni los procesos más adecuado
para llegar a nuestros objetivos. Esto nos daba la solución pero en un contexto
y una situación determinada. Si salíamos de dicha situación, íbamos perdidos.
Pienso que esto es a lo que se le llama instrucción. Ahora bien, la educación
debe ir va más allá. Debe darnos la libertad de pensar, cuestionar, criticar,
hacer la cosas con una intención y sabiendo el porqué, volver a criticar y
volver a cuestionar. Solo así, seremos capaces de ser libres. Solo así seremos
capaces de educar. Solo así seremos capaces de enseñar a aprender y sobretodo,
a dejarnos educar.
AUTOCALIFICACIÓ Y
AUTOEVALUACIÓN
Califico mi ensayo de correcto, ya que considero que he
podido captar las ideas principales del texto de Savater y he hecho una
valoración crítica de dichos argumentos, que bajo mi punto de vista, son muy
acertados. Hago un recorrido, con su correspondiente comentario, sobre los
puntos que me han parecido más destacables de la lectura. También valoro las
críticas hechas a los sistemas de educación muy dirigidos o técnicos y apostaría
por modelos más alternativos y comprensivos. Del mismo modo y como alguna vez
se ha hablado en clase, hay que hacer un esfuerzo por saber plasmar en las clases
un tipo de enseñanza menos dirigida, aunque no siempre seamos capaces de
hacerlo. Pero sobretodo, me quedo con la crítica sobre que hago sobre lo que
dice Savater sobre el menosprecio a los profesores de magisterio, que deberían
ser la base de la educación.
jueves, 3 de abril de 2014
MI ANÁLISIS DE UN FRAGMENTO DE "MAL DE ESCUELA"
FRAGMENTO DEL LIBRO “MAL DE ESCUELA” PARA ANALIZAR, (Cap.
2):
Sin porvenir.
Niños que no llegarán a
nada.
Niños desesperantes.
La escuela, después la secundaria, el bachillerato,
yo también creía absolutamente en esta existencia sin porvenir.
Yo diría
que era incluso lo primero de lo que se convence un mal alumno. —¿Con
semejantes notas qué puedes esperar?
—¿Crees que pasarás a primero de
secundaria? (A segundo, a tercero, a cuarto, a quinto, a
sexto...)
—¿Qué tanto por ciento de posibilidades crees que tienes de pasar el bachillerato?
Calcúlalo tú. ¿Qué porcentaje?
O aquella directora de colegio, con un auténtico
grito de alegría:
—¿El certificado de estudios, Pennacchioni? ¡No lo obtendrá
nunca! ¿Me oye usted? ¡Nunca! Y vibraba.
¡En todo caso no seré como tú, vieja loca! Nunca seré
profe, araña envuelta en su propia tela, carcelera atornillada a la mesa de tu
despacho hasta el final de sus días. ¡Nunca! ¡Nosotros los alumnos pasamos;
vosotros os quedáis! Somos libres y a vosotros os han condenado a cadena
perpetua. Nosotros, los malos alumnos, puede que no lleguemos a ninguna parte,
pero nos movemos. La tarima no será el lamentable reducto de nuestra vida.
Desprecio por desprecio, me agarro a ese consuelo
perverso: nosotros pasamos, los profes se quedan; es una conversación frecuente
entre los alumnos del fondo de la clase. Los zoquetes se alimentan de
palabras.
Ignoraba yo entonces que, a veces, también los profesores
experimentan esa sensación de perpetuidad: repetir indefinidamente las mismas
clases ante aulas intercambiables, derrumbarse bajo el fardo cotidiano de los
deberes (¡no es posible imaginar un Sísifo feliz con un montón de deberes que
corregir!), yo ignoraba que la monotonía es la primera razón que los profesores
invocan cuando deciden abandonar el oficio, no podía imaginar que algunos de
ellos sufren teniendo que permanecer allí, mientras ven pasar a los alumnos.
Ignoraba que también los profesores se preocupan por el futuro: ganar la
oposición, terminar la tesis, entrar en la facultad, emprender el vuelo hacia
las cimas de las clases preparatorias, optar por la investigación, largarse al
extranjero, dedicarse a la creación, cambiar de sector, abandonar de una vez a
todos esos amorfos y vindicativos granujientos que producen toneladas de
papel... yo ignoraba que cuando los profesores no piensan en su porvenir es
porque piensan en el de sus hijos, en los estudios superiores de su prole...
Ignoraba que la cabeza de los profesores está saturada de porvenir. Creía que
estaban allí solo para impedir el mío.
Prohibido el porvenir.
COMENTARIO:
La crítica de Pennach hacia los profesores/as que han
perdido la ilusión y las ganas de enseñar es algo que me resulta familiar.
Profesores que utilizan modelos de enseñanza muy anticuados y que están cansados de trabajar, faltos de
motivación.
Cuando digo que están cansados de trabajar, me refiero a
que se han rendido, se han dejado llevar. No están actualizados, a mi me gusta
decir que están en color sepia, si tienen alumnos con los que tienen que
trabajar más porque les cuesta entender los conceptos, pagan con ellos su poca
paciencia y estos, son los alumnos como Pennach, que necesitan otro tipo de
estímulos para su aprendizaje, o simplemente sentirse integrados en la clase. Esto
se traduce en fracaso escolar.
A estos profesores solo les vienen bien los alumnos
“golosina” como bien dice Pennach, es decir, alumnos que son los mejores, con
los que mejor se puede trabajar, avanzar en la materia y que no dan ningún
problema. Pero hay muchos tipos de alumnos y cada uno requiere cierto trato y
cierta manera de trabajar, si se le quiere enseñar o educar, claro está. Porque
alumnos golosina, hay pocos.
Yo he vivido ciertas situaciones en clase que refuerzan
el texto de Pennach y mis propias conclusiones. Por ejemplo, estando en la
escuela primaria, había cierto grupo de compañeros que no eran tan hábiles y
que necesitaban algo más de tiempo o atención para poder entender las
explicaciones del profesor. Como siempre iban un pasito por detrás del resto,
el profesor, claramente quería apartarlos del ritmo de la clase porque ellos le
hacían ir más lento. Y como era tan veterano y lo tenía todo tan
meticulosamente calculado para trabajar siempre los mismo con la clase, a estos
los apartaba, literalmente, en una esquina de la clase y les dejaba allí
trabajando a su ritmo, sin preocuparse de sí aprendían o no. Siempre decía que
no seguían el ritmo pero nunca hacía nada por que lo siguiesen. Yo pensaba: -“Es
normal que suspendan, no les guste la escuela y estén desmotivados”.
Por el contrario, también he podido trabajar con
profesores a los que les encantaba rescatar a niños del basurero de Djibuti,
como dice Pennach. Trabajaban sin descanso, siempre pendientes de los alumnos
que iban más retrasados e intentando enseñarles las cosas con distintos métodos
para su mejor comprensión. Variando la manera de afrontar el temario cada año,
con actividades alternativas y amenas, pero siempre firmes. Pero sobretodo
escuchando, entendiendo y dando seguridad al alumno. Estos son los profesores
que compensan a los otros, profesores que están en clase por vocación, no por
obligación y que con el paso de los años se les va haciendo más nítido el
color, no como a los otros, que siguen estando color sepia hasta su jubilación.
Este tipo de profesores (el de matemáticas, historia,
francés y filosofía) son los que ayudaron a Pennach, le salvaron del basurero
de Djibuti, fueron el punto de inflexión por el cual pasa de ser un zoquete , a
ser un estudioso y un apasionado de la lectura que lo ha llevado a lo que es
hoy en día.
Por ello, pienso que los profesores y sobretodo su
trabajo, son una de las claves para que la educación exista, para que sea de
calidad y para sacar el máximo rendimiento a cualquier tipo de alumno.
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